sábado, 19 de enero de 2013

La equilibrista

En el Circo, todos andaban con el paso cambiado desde que la equilibrista se hizo con el puesto. Su belleza residía en hacer de la vida un asunto fácil de transitar. Y luego estaban sus ojos, y su cuerpo, y ese caminar sosegado. Así que todos intentaron conquistarla, la mujer barbuda desde su masculinidad, el payaso haciendo gracias, el prestidigitador con sus juegos de manos, el vidente inventándose un futuro juntos o el domador, intentando que pasara por el aro. Había sido un buen fichaje, pensaba el director, pues mantenía a todos al máximo de sus capacidades, aunque también era verdad que había una gran tensión en el ambiente. Pero daba igual, la equilibrista ya estaba acostumbrada, llevaba media vida así.


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