martes, 12 de febrero de 2013

El neodestruccionismo ilustrado

El partido neodestruccionista por fin se alzó con el poder, aunque fuera en una sola población. Allí se fueron estableciendo sus votantes poco a poco antes de las elecciones y, a la hora de la verdad, eso fue lo que les dio la victoria. Su masa social derivaba de la enésima mutación de los movimientos de la calle, por fin autorizados para creer en algo. Y ese algo no era otra cosa que destruirlo todo. Sus dirigentes aseguraban que sus abuelos, sus padres y ellos mismos se habían pasado la vida construyendo un sistema que luego terminó por devorarlos. Ahora, más viejos, más pobres y también más miserables, sólo querían tomarse la venganza de vivir consumiendo lo que generaban. El portavoz del partido declaró en un clima de visible euforia que iban a cumplir uno a uno los puntos de su programa electoral, y que a partir de entonces se desmarcaban de aquellos que pensaban en el mañana. Ni bancos, ni nuevas tecnologías, ni medio ambiente, ni prometedoras construcciones, sólo gobernarían pensando en quiénes estuvieran dispuestos a vivir en presente continuo y un futuro sin futuro. Es lo que hasta ahora hemos estado haciendo, dijo entusiasmado, sólo que ahora vamos a hacerlo bien.

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