viernes, 28 de febrero de 2014

El de la guitarra

A Paco de Lucía
El de la guitarra. Un relato de Javier López Menacho inspirado en Paco de Lucía. Foto de Surizar

Ha llegado un hombre a cambiarnos el tinglao. El chupao ese del pelo largo y la mirada imposible sabe el secreto que nunca nos quisiste contar. Lo sé, lo veo en sus ojos. Sale del trozo de madera que lleva pegado al brazo, como un lazo que te sujeta el alma. Dime tú cómo vas a parar a la gente cuando se siente a tocar las seis cuerdas de la verdad.

Ya te avisé, cuidado que no está sólo. Que ya nos la lió el gitano ese de la voz quebrá, el que no se entera ni en el cielo que está en lo más alto, y verás cuando se junten los dos a recrear un imposible. Van a abrir hasta el corazón más negro, se va a volcar el mundo y nos vamos a ir pabajo a pasar calor. Te aviso papá, prepara tus manos y aplaude, no te vas a arrepentir.


Contexto original - Secretolivo.

martes, 25 de febrero de 2014

El poeta fantasma

A Antonio Machado

El Poeta Fantasma, de Javier López Menacho, inspirado en un poema de Antonio Machado. Foto de byronv2
Foto de byronv2

¿Cómo decirle que sólo la noche lo vuelve un fantasma? ¿Cómo darle la alarma a quien de día es como yo? Ellos acostumbran a serlo o no y a saber el motivo de su penitencia eterna, y él se salta las reglas por esta duda del destino. Ahora viene disfrazado de otro tiempo y, alzando su sombrero de copa, llena de llanto la noche por amores que ya no existen y personas que secuestró el más allá. Se pregunta por qué la vida le ha dado tanto sufrir cuando se lo está dando la muerte. Cruza las paredes como si tal cosa, habla y levita en monólogos, evita la terrible verdad del espejo y nos mira al resto cómo si no entendiésemos nada.

Por las mañanas sin embargo es igual que otro, discreto, pausado y humano. Su carne se puede tocar, sus ojos son ojos de veras. Nos habla con calma y sus inquietudes parecen el eco de las calles. Creemos que por fin lo tenemos, que hemos vencido este pulso incomprensible y lo recuperamos para la batalla de los días, pero al regreso de la noche, cada vez más decrépito y osado, nos canta las cuarenta y su esencia parece ebria de sentir. En ese lamento espectral encuentra la felicidad. El alma de poeta se orienta en el misterio.



Inspirado en este poema:
¡Oh, dime, noche amiga, amada vieja,
que me traes el retablo de mis sueños
siempre desierto y desolado, y solo
con mi fantasma dentro,
mi pobre sombra triste
sobre la estepa y bajo el sol de fuego,
o soñando amarguras
en las voces de todos los misterios,
dime, si sabes, vieja amada, dime
si son mías las lágrimas que vierto.
Me respondió la noche:
—Jamás me revelaste tu secreto.
Yo nunca supe, amado,
sí eras tú ese fantasma de tu sueño,
ni averigüé si era su voz la tuya
o era la voz de un histrión grotesco.
Dije a la noche: —Amada mentirosa,
tú sabes mi secreto;
tú has visto la honda gruta
donde fabrica su cristal mi sueño,
y sabes que mis lágrimas son. mías,
y sabes mi dolor, mi dolor viejo.
—¡Oh! Yo no sé—dijo la noche—, amado,
yo no sé tu secreto,
aunque he visto vagar ese que dices
desolado fantasma por tu sueño.
Yo me asomo a las almas cuando lloran
y escucho su hondo rezo,
humilde y solitario,
ese que llamas el salmo verdadero;
pero en las hondas bóvedas del alma
no sé si el llanto es una voz o un eco.
Para escuchar tu queja de tus labios
yo te busqué en tu sueño,
y allí te vi vagando en un borroso
laberinto de espejos.

Contexto original - El Secreto del Olivo.

miércoles, 19 de febrero de 2014

¿Quién coño se ha creído?

¿Quien coño se ha creido? Carnaval
Foto de guatman

A Antonio Martínez Ares

Once años va a hacer desde que secuestró febrero y, lo confieso, no lo llevo nada bien. Pero no se puede vencer a quien no presenta batalla. La peor derrota la infringe la ausencia. Cuenta que se mató a sí mismo pero nos está matando a todos. No sé cuándo se va a quitar la venda esta ciudad, sospecho que esta herida de muerte nunca va a cicatrizar.

Una tortura cada once meses, maldito baile de máscaras, de gente hipnotizada cantándole a un pasado más presente que nunca. Se ha apropiado de la fiesta desde el recuerdo, con esa sonrisilla impúdica, colmando la Tacita de sus obsesiones. La ha llenado de maricones y putas, de barrios llenos de droga, de niñas violadas y mujeres molidas a palos. Los de fuera creen que mi ciudad es así. Y mientras, él se ha atrincherado en la memoria como víctima un milagro que ni siquiera se digna a ver. Se fue el brujo de los vientos por la calle de la mar, cogiendo el tren más miserable que veremos en mucho tiempo.

Y su herencia envenenada me ha caído encima: la gente volviéndose al palco a gritarme que su ciudad no es mi ciudad y sí la suya, que su sangre no es mi sangre, que mi pelo dorado es del color del dinero, que a ver si me marcho después de una eternidad y media. La gratitud es la puta de la memoria popular.

lunes, 10 de febrero de 2014

Por si apareces

los planetas-por si apareces-bar
Foto de Gwen Harlow

a Jota

Sucedió donde siempre. Estábamos drogados, como casi siempre, sumergidos en una espiral de autodestrucción a la que decidimos llamar vida. Estos se quedaron en la barra y yo fui a meterme otra raya. Llevaba tres o cuatro millones aquella semana. Por aquel entonces mi nariz era una autopista por la que circulaba todo lo que me llevara de viaje. Bajé a la pila, aspiré y al incorporarme vi a toda esa gente a través del espejo. Mi mano traspasó el cristal como si fuera papel. Sentí el aliento de la marabunta y cómo un sonido envolvente se apoderaba de mí. Los veía desde el lugar más alto cantando al unísono y envueltos en una melodía luminosa. La letra no lo era tanto. Hablaba de la rutina de un joven que se levantaba con un terrible vacío existencial. Hablaba de sus desayunos en el bar en mañanas soleadas. Hablaba de los cómics que leía, de lo mucho que le gustaba el fútbol y hasta de los goles que veía por televisión. Hablaba de ir en moto hacia ninguna parte y de cómo el recuerdo de un viejo amor volvía de vez en cuando como si fuera un fantasma. Hablaba de las pequeñas cosas que soportaban grandes desgracias. Hablaba de los bares de siempre. Hablaba de droga. Hablaba de la ausencia y del vacío. Hablaba del demonio de los días. Estaba hablando de mí.




Contexto original - Secretolivo. 

domingo, 9 de febrero de 2014

Fuego

Eran las 5:30h de la mañana cuando unas voces me despertaron: "¿Hay alguién ahí? ¿Pueden bajar? Salgan, salgan, rápido.". Estábamos en la habitación de una casa rural en San Pere del Pescador, Girona. Desde que comenzó el incendio hasta que el agente de policía nos despertó, nadie nos avisó de lo que estaba sucediendo fuera. Dormíamos a pierna suelta. El humo había nacido una hora antes antes en un almacén destinado a guardar ropa y materiales donde imperaba el desorden. El encargado no llamó a los bomberos a la espera de dominar lo incontrolable. La dueña, que recibió una llamada, tampoco lo consideró necesario. Nuestra habitación yacía al otro lado de la casa, en el segundo piso. Me desperté aturdido y pregunté: "¿Qué sucede?". "Fuego", dijeron desde fuera.

De un salto abrí la puerta y el olor a humo invadió la habitación. "Sol, un incendio, ponte algo, date prisa". Abrí instintivamente la puerta que daba a la azotea, con el fin de habilitar una salida por si el fuego ascendía. Aún no sé si fue inteligente o todo lo contrario. Por suerte, podré tratar de averiguarlo. Me ponía la sudadera cuando un chaleco amarillo irrumpió de la habitación. "Corran, salgan, salgan". Salimos, pero no se veía nada. El ambiente era tóxico. Ninguna indicación nos condujo a la salida, así que usamos la brújula de la memoria. Íbamos descalzos, Carmen en bragas y yo en calzoncillos, a tres grados en el exterior.

Fuera, todos los clientes esperaban aturdidos. Habíamos salido los últimos y éramos los únicos sin ropa. La polícía preguntaba al encargado cuánta gente había en la casa, "diecinueve", decía, "no, no, diecisiete", "¿Seguro?", replicaba el agente, "sí, creo que sí, puede ser". En poco tiempo, todo parecía controlado. Los bomberos son como Lobezno, los mejores en lo que hacen. Una pareja de nuestra edad nos habilitó la parte trasera de su coche y nos dejó una manta. Los huéspedes ya elucubraban dónde habían nacido las llamas y porqué. Un cigarro, un descuido, una negligencia. La ira se cernía contra un encargado que confundió la confianza con la incompetencia. El día anterior había estado celebrando el cumpleaños de su mujer con tres amigos más y una botella de whisky en la mesa.

Según nos contaron otros huéspedes, fueron los más perjudicado. Al principio no lograban salir de su habitación, escondida hasta la vergüenza en un rincón de la casa. Luego salieron tragando más humo que nadie. Al final, entre unas cosas y otras, acabaron vomitando. En el sector servicios, un descuido puede ser fatal. Una suma de ellos, mortal.

Lo comentábamos al volver a casa en el coche de un matrimonio catalán, ambos profesores, que nos daba más pena que rabia este susto, que ese era un oficio para estar siempre al pie del cañón, que la vida es muy puñetera y no te puedes relajar, pues no sabes lo que espera a la vuelta de la esquina. "Este era un regalo de nuestras hijas", nos cuentan. "¡Pedirle responsabilidades", dije, por ir relajando la situación. Aunque sólo nos relajamos ahora, ya en casa. Carmen duerme y me da la sensación, otra vez, de que la vida es como el juego de plataformas de una consola antigua, donde el protagonista va saltando obstáculos, cambiando de paisajes y superando adversidades, calculando lo que le queda de vida, hasta llegar a un final feliz. Algo que sólo alcanzan los que tienen el vicio de vivir.





En los medios.

lunes, 3 de febrero de 2014

Cabrero

cabra para el cabrero
Foto de Brayan Zapata

A José Domínguez, el Cabrero

José, el niño lleva un tiempo muy raro. ¿No lo ves cantar cuando se lleva las cabras, que más que cantar aúlla como el que tiene hambre de vivir? Yo siento su paso dejar la huella en el camino, el pasto respetando sus botas, el vino susurrándole demonios y animándole a seguir pensando que esta vida es muy corta y queda tanto por sentir.

Yo escucho la tierra gritar en fandangos que ya no está paquí y ha llegado el momento de marcharse. Lo que jeringa en los árboles no es normal y no porque lo diga yo, ese verso quebrao de libertad, esa verdad cosida al cuello, ese sello que nos viene a anunciar su huida.  El niño sube al monte a decirle al mundo que lo va a bañar en justicia José, este niño, qué vamos a hacer que se nos va.